Cuando relacionamos el movimiento con las partes del cuerpo, podemos diferenciar dos tipos de prácticas: la motricidad fina, que se trata de las habilidades motoras que se producen en las manos, las muñecas, los pies, los dedos, los labios o la lengua; y la motricidad gruesa, que implica el movimiento de los brazos, las piernas, la cabeza o el cuerpo entero.
Para desarrollar estas habilidades, existe un método muy utilizado en los centros de educación infantil llamado psicomotricidad. Se llevan a cabo actividades en las que el niño, en un espacio habilitado especialmente para llevarlas a cabo que cumpla con las medidas de seguridad adecuadas, pueda obtener progresos en las habilidades motrices que realiza durante el juego libre, mientras disfruta haciéndolo. Es estas sesiones, además de tratar el cuerpo y sus partes, también se trabajan las emociones y el pensamiento a través de las diferentes acciones que se realizan. Para ello, una técnica muy eficaz es el uso de la música.
El movimiento corporal está íntimamente relacionado con la música ya que, por ejemplo, el baile es un medio de expresión que podemos emplear para la construcción de conocimientos en los niños. También podríamos decir que sirve para trabajar la coordinación y el ritmo, aunque al principio puede ser algo más espontáneo.
Con canciones como la siguiente, estaríamos trabajando la motricidad fina.
Mientras que con esta, los niños desarrollan la motricidad gruesa.
Y es que, la música, es una herramienta fundamental en la educación de nuestros peques. Si sigues nuestro blog, podrás descubrir las diversas formas en las que la música se puede incluir en nuestra vida y los muchos beneficios que nos aporta ya sea tanto a grandes como a pequeños.
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